En un mundo donde los revivals son el pan de cada día, no es sorprendente ver cómo un programa icónico encuentra su camino de regreso para consolar esa nostalgia milenial. Operación Triunfo, ese fenómeno televisivo del siglo pasado y que marcó a toda una generación, ha dado un giro de 180º al unirse al mundo del streaming a través de Amazon Prime. Pero lo que no esperábamos es que esta nueva era nos trajera no solo talento musical, sino también una sobredosis de publicidad (no) encubierta.

La nueva normalidad y la vieja publicidad

Desde el momento en que la academia abrió sus puertas en la pantalla de nuestros dispositivos favoritos, la publicidad se coló en nuestras vidas de manera tan descarada que nos dejó con la boca abierta. Ya no hablamos solo de los típicos anuncios entre cortes comerciales, sino de integraciones de producto tan forzadas que hasta el más despistado se dio cuenta.

Uno de los ejemplos más destacados fue cuando Noemí Galera y Manu Guix aparecieron en el primer repaso de gala vestidos como repartidores de Amazon, algo que algunos de nosotros nos tomamos con humor. Pero hay muchos más, como las charlas en sus breaks de tiempo libre sobre lo genial que es su nuevo Píxel 8 (¿en serio?).

Con la primera gala ya llegó EL MOMENTO. Noemía Galera nos ofreció una escena que pronto se convirtió en objeto de memes: la vergonzosa aparición de un Pixel 8 Pro (y sus Buds Pro, no olvidemos) para consolar a la pobre Suzette tras haber sido expulsada (y momento al que además ha hecho un guiñito en su nuevo single). Esta situación fue ampliamente criticada en redes sociales, y con razón porque, sinceramente, ¿qué tiene que ver un teléfono de última generación con el sueño de convertirse en cantante?

Creatividad de un micrófono vintage sobre un fondo en el que aparecen distintas personas haciendo fotos con un móvil para el post “OT 2023: la búsqueda de talento y patrocinadores”

Descontento en redes sociales con patrocinios

El descontento en redes sociales es palpable y no es para menos. La cultura de fanatismo que rodea a ‘OT’ ha alcanzado nuevos niveles con su llegada al streaming, pero no siempre de la manera más positiva. La deshumanización de los concursantes y la sobreexposición publicitaria están desvirtuando la esencia del programa, convirtiéndolo en un campo de batalla virtual donde el odio y la polarización reinan.

Gala final: el patrocinio ha sido nominado

Con la gala final, nos despedimos de una edición marcada por la dualidad entre la emoción del talento musical y la invasión publicitaria. No pudo faltar el último momento de publicidad (no) subliminal en el que la directora de la academia paró la gala para hacerse un selfie con su móvil (con la marca bien visible) con los concursantes del programa. A estas alturas ya no hizo ni falta que dijeran que era un Pixel 8, porque todos lo sabíamos.

Quizás sea hora de que OT y sus patrocinadores reevalúen su estrategia y busquen un equilibrio más respetuoso con la audiencia y los concursantes. Porque al final del día, la verdadera magia de Operación Triunfo radica en la música y en las historias humanas que se comparten, no en la cantidad de productos que se pueden promocionar en pantalla.

La pregunta que queda en el aire es: ¿cuál es el límite de la publicidad dentro de un programa como OT?